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jueves, 7 de febrero de 2013

Capítulo 19.

Me despierto de forma lenta, ardua. Mis párpados luchan por mantenerse cerrados y no volver a abrirse en mucho tiempo. Yo sé por qué. Porque hoy empiezan los vigésimo segundos juegos del hambre. Tengo entendido que empezarán a mediodía. Lo más recomendable es, que aunque tenga el estómago cerrado, me atiborre a comida.

 El calor entre mis brazos es lo primero que noto, pues estoy abrazada a él, cuyos ojos amoratados delatan una noche sin sueño.

 -Has dormido algo, Dan? - él sacude la cabeza de forma negativa.

 -Yo ya dormiré, lo importante ahora es que tú desayunes.

 -De un modo casi automático, se levanta y me levanto. Parece alterado, algo le pasa. Me pregunto qué será. El debe notar mi preocupación en el rostro, porque se me acerca y, atrapando mi cara entre sus manos, me besa dulce y cálidamente. Este beso es tan único como maravilloso. Me hace sonreír, me hace subir a las nubes.

  Al rato se detiene.

  -Vamos, pequeña. - caminamos hasta la puerta. Al salir, los demás están despiertos y desayunando un grandioso banquete.

-¡Es el día! ¡Es el día! - exclama Rossie emocionada, cosa que me altera un poco. Ella siempre tan vivaracha y cantarina.

 Joulley, está asustado, y come despacio, como si eso impidiese el rápido paso de las agujas del reloj. Los dos estilistas, desayunan de forma silenciosa. Apuesto a que no les sienta bien que los chicos que han convertido en símbolos reconocidos de Panem, tengan grandes posibilidades de morir en pocas horas. Dan y yo nos sentamos, ignorando a esa encantada e ilusionada Rossie, y comenzamos a desayunar silenciosamente.

  Yo lo intento, pero sólo dos panecillos con chocolate entran en mi estómago. No puedo más.

  Tengo un nudo en la garganta. Siento frío a la vez que calor. El vello erizado de mis brazos me delata. Cuando las 10:30 marca el reloj, bajamos a la planta baja del edificio. Allí nos despedimos de Rossie, que parece sorprendentemente, estar luchando contra las lágrimas. Me braza suavemente y hace lo mismo con Joulley. Luego nos desea suerte a los dos.

  Vamos hacia un campo a descubierto que tiene dos aerodeslizadores detenidos en el centro del todo, bajo el sol matutino. Algunos tributos van subiendo a estos, cabizbajos en la mayor parte. Orgullosos profesionales la minoría. Aquí es cuando toca despedirse de él. De Dan. Joulley le dice adiós con voz ronca y apagada. Yo no soy capaz de hablar. El pequeño camina a los aerodeslizadores apenado, comprende que queremos despedirnos. A solas.

 No hay palabras, estas sobran y se van con el triste suave viento del capitolio, que está ajetreado por los últimos momentos antes de que los tributos lleguen a la arena. Nos miramos. Sus ojos verdes brillan, humedecidos. No quiero verle llorar. Aunque supongo que mis ojos estarán igual, o peor. Él me abraza, sujeta mi cabeza con su mano y la pega contra su pecho mientras el viento alza mi pelo. Quiero llorar. Quiero hacerlo. Pero no puedo derrumbarme ahora. Sky se rompió ayer. No pudo más y lo hizo. Una mujer me mira desde la puerta, vestida con una bata blanca y me dice que me de prisa, de forma impaciente. Me separo de él. Ya tiene lágrimas en su mejilla.

 -Sky... - es lo último que le oigo decir. Porque le callo con un beso y cuando nos separamos, no le dejo hablar.

 -Dan, no te dejes romper tú, no lo hagas como yo ayer lo hice. No estaré aquí para recoger tus trozos.

 Quiere replicar, decirme que volveré, que lo prometí, pero sacudo la cabeza y rozo sus labios nuevamente.

 -Te quiero... - susurro antes de que unos brazos me rodeen y me ''arrastren'' literalmente al aerodeslizador. Le miro y él a mí. Se coge de los pelos, conteniendo su rabia y patalea una piedra que se escondía en el gran campo verde. Lo siguiente que veo es una pared gris y repleta de cables. La puerta del aerodeslizador se ha cerrado.

 Estoy sentada en un asiento, frente a mí hay un asiento vacío. ''Dakota'' - pienso para mis adentros. Me pregunto si lo habrán puesto ahí aposta. Jamás lo sabré. A mi lado derecho, Bianca se ríe burlona, y a mi izquierdo, Sebastian, compañero de Alice, le acompaña. No puedo ver quienes más están en mi pared, pues los pechos de Bianca lo tapan todo. No puedo evitar fruncir el ceño. La pared contraria la ocupan, Jolley, la inexistente presencia de Dakota, Selene del cinco, Jack, Alice, Samantha. En ese mismo orden. Lo que me lleva a pensar que los doce que faltan están en el segundo aerodeslizador. Suelto un suspiro. Y todo empieza a vibrar.

 El camino es largo. Diez minutos antes de parar, la chica que me trajo arrastras me coje el brazo y me inyecta algo por una gruesa aguja metálica.

 -Un localizador. - comenta seria, y va hacia Sebastian. Curiosa, me toco el brazo, notando el pequeño bulto que destaca. - No lo toques. - ella me clava la mirada. La mataré mentalmente. Al igual que Alice, Snow, Bianca, Sebastian... una larga lista. Una muy larga lista.

  Cuando el vehículo dejo de temblar, la puerta se abrió, aunque no había nada que no fuesen paredes y más paredes, un largo pasillo con un montón de puertas. Los corrales donde encerraban a los pollos antes de que les den matanza. Me metieron en la puerta número siete de la pared derecha. Joulley a la izquierda.

 Zafira.

 Corrí hasta ella y me rodeó con sus brazos. Me fije en una mesa, había cosas de comer y agua. Para el último momento. Me obligo a mí misma a comer un panecillo acompañado de un vaso de agua.

 -No sabría decir que os espera arriba. El traje por dentro es ancho y fino, para temperaturas cálidas, pero por fuera le acompaña un buen pelaje para temperaturas bastante bajas. Quizá jueguen con la temperatura. - se encoge de hombros y cuando termino de comer, me ayuda a colocarme, lo primero, Un traje de cuerpo entero, pero ligero y de manga corta de color negro, y unos pantalones largos y grises, con una chaqueta peluda por encima. Comienzo a tener calor, pues la temperatura de aquí abajo es normal dentro de lo que cabe.

 Las dos suspiramos a la par y ella me abraza una vez más. Este abrazo dura tanto como puede, hasta que una voz robótica lo dice: Un minuto.

 Me besa la frente. Cincuenta segundos.

 Me pasa el dedo pulgar por la mejilla, por donde una lágrima empezaba a resbalar. Cuarenta segundos.

 Respiro hondo y cierro los ojos. Ella me posa una mano en el hombro en gesto de aprovación. Treinta segundos.

 -Gana, ¿vale? - propone mientras que la voz pronuncia que quedan veinte segundos.

 -Lo intentaré.

 Diez.

 Camino hacia el tubo de cristal transparente, una pequeña base metálica que sé que si dejo de pisar en la cuenta atrás, me hará estallar en mil pedazos. Y entonces sí que Skiley se romperá del todo.

 Cinco.

 Y después todo es silencio. El tubo se cierra y empieza a ascender. Miro los ojos azules de Zafira por última vez y entonces, la lluvia de un día nublado cae sobre mí.

2 comentarios:

M.T dijo...

que emocion!que nervios!
Sige asi!
Besos M.T

Selene West dijo...

LLUVIA?AHORA SEL NO PODRÁ QUEMAR LA ARENA E.E
Porfa 13 YA DDD: