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jueves, 20 de septiembre de 2012

Capítulo 3.

~Hace 24 horas.~

Me despierto sudorosa antes de que suene el gong, otra vez. Todas las noches igual, siempre soñando con los juegos de Gaby. Ya estoy acostumbrada, aún así es todo tan nítido que duele, y mis lágrimas salen por sí solas. Me siento en la cama y me quito el pelo pegado a la cara, me ha crecido mucho en los últimos años, cae liso sobre mi espalda, revuelto. Mi mirada recorre la habitación, por la luz que se cuela en la persiana, debe de estar amaneciendo en estos momentos. Mary sigue durmiendo, con leves ronquidos, tranquilamente. Vislumbro un trozo de papel en el suelo, deben de haberlo pasado bajo la puerta. Suspiro y me levanto a cogerlo.

 ''¿De qué color es tu ropa interior hoy? D.''

 -Agh. - gruño no demasiado alto. Desde aquella jugarreta en la que me empapó y se vió mi sujetador azul no para de incordiarme. Es asqueroso. Despreciable. Inmaduro. Arrugo con fuerza la nota y la lanzo a la papelera encestando.

 Tras ducharme, vestirme y peinarme, viene Danae a despertarnos, pues es otro día más en el orfanato. Me mira de una forma un tanto especial, sabes que mañana es mi día malo. Suspiro devolviéndole la mirada agradecida, es la única persona que puede ayudarme.

 El día transcurre lento y aburrido, tomo mi comida en una mesa sola, pues quién no se relaciona con Dan Lewis no es ''guay''. Justo es él quien se acerca y se pone frente a mí.

 -¿Cómo estás, Sky?- me pregunta con tono vacilón. No soporto que me llame así.

 -Es Skiley, y no te importa.

 -Lo digo en serio, Sky. - dice sonriéndo, esto le divierte. - Me pregunto como será tu rop...

 -¡Cállate! - chillo interrumpiéndole, los demás me miran, pero yo me he contenido demasiado. Cojo mi vaso de agua y le empapo. Me levanto y me voy de mal humor.


~Actualidad.~

 ''Tras sonar el gong, anunciante de que empiezan los décimo octavos juegos del hambre, los tributos salen disparados a la cornucopia, algunos prefieren evitar el baño de sangre y se van con las manos vacías. Yo sólo tengo ojos para Gaby y Evelynn. Es a esta última, a mi mejor amiga, a la que una chica de pelo rojizo, proveniente del distrito dos, la arrincona entre unas cuantas mantas, que acaban manchadas de sangre. Chillo con agonía, Evelynn... sólo tenía doce años... Las lágrimas brotan con rapidez y me abrazo a Danae temblando de miedo. Mi mejor amiga ha muerto.

 Por suerte, mi hermano no corre la misma mala suerte, se hace con un machete y una mochila antes de que un profesional, creo que el chico del cuatro, note su presencia, el chico de pelo cobrizo está armado con un tridente. Me muerdo el labio hasta sangrar, viéndo la herida profunda en el brazo de Gaby, pero este ha conseguido deshacerse del profesional y huir por un bosque de pinos que hay hacia el oeste. La sangre sigue manando de su hombro.

 Suenan quince cañonazos ese primer día. Después, todo es silencio.''

  Despierto. Intentando respirar, pero me quedo así cuatro minutos, agonizando, tratando de tomar aire, pero no lo consigo. Me doy golpes tontos en el pecho, cuando recupero mis pulmones, echo a llorar. Por Evelynn, por Gaby, por todo. Porque hace cuatro años, se llevaron a mi hermano para siempre. Es el día de la cosecha.

 Ya dejé atrás aquel vestido blanco que me puse en mi primera cosecha, hoy llevo uno violáceo, con mucho velo y largo, lo complemento con una trenza que hace Danae con sus arrugadas manos. Solo hoy me doy cuenta de que ya no es esa mujer cuarentona que me ayudó a mis diez años, ahora tiene casi cincuenta y su pelo canoso llega hasta encima de sus hombros, es de las pocas personas regordetas en el distrito y ya se ve algo de vejez en su rostro. Ella me acompaña a la plaza, pues no quiero ir con nadie más del orfanato. Me registro y ocupo mi lugar.

 Han cambiado a la mujer, ahora es una mujer de piel estampada con flores, totalmente ridícula. Pero se limita a hacer la misma cosecha de todos los años. Por otro lado, el alcalde ocupa su silla y a su lado está Dan, pues será el mentor este año.

 Cuando llega el momento, Rossie, pues así se llama la acompañante, saca una papeleta de la urna y se acerca al podio a leer:

 -Skiley Weir.

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